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jueves, 27 de noviembre de 2014

El liderazgo de China en la APEC: premonición del viejo Kissinger


Por. Basem Tajeldine
Voces Contra el Imperio

La última Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia – Pacífico (APEC) celebrada el pasado 10 y 11 de noviembre de corriente año en Beijing, sirvió para reafirmar el liderazgo del gigante asiático en esa importante región y en el mundo, y también sirvió para mostrar el declive de la hegemonía estadounidense.

La mayor economía del mundo reconocida por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) [1], la República Popular China, no para de anotarse éxitos económicos, políticos y diplomáticos en los últimos 30 años.

En la Cumbre APEC (grupo de países que suman más de la mitad del PIB mundial y el 44% de los intercambios comerciales de todo el planeta), la diplomacia China demostró su superioridad, madurez y eficiencia frente a la precaria diplomacia estadounidense que se caracteriza por la arrogancia e ineptitud.   

Desde la revolución popular en China, liderizada por Mao Zedong (1893-1976), y especialmente a partir de las reformas económicas experimentadas por ese país: el “socialismo de mercado” de Deng Xiaoping (1904-1997), hasta el día de hoy, varios estrategas y reconocidos políticos estadounidenses siempre han considerado al Dragón asiático como “una potencial amenaza para la hegemonía imperial de EE.UU” [2], seguido de la Federación Rusa.

Quizás el mayor de los exponentes de esa idea sea el propio ex-secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, a quien también se le recuerda por sus esfuerzos diplomáticos durante la administración del republicano Richard Nixon (1969-1974) de promover el acercamiento entre ambas naciones, política conocida bajo el nombre de la “diplomacia del Ping Pon”.

¿A quién podía ocurrírsele jugar Ping Pon con los acróbatas chinos, siendo éste considerado su deporte nacional? ¿Ese nombre dado a la estrategia de Kissinger, no era, acaso, una apología o premonición al fracaso?

Kissinger, a diferencia de quienes siguen planteando atajos bélicos contra “la amenaza China” e indujeron a la administración Obama a proponer la “OTAN del Pacífico” [3], es de la posición contraria a la confrontación directa con China y se declara en favor de una cooperación más estrecha con ese país [4]. El estratega Kissinger es paciente y audaz. Sopesa mejor el poder militar y la influencia del gigante rojo en esa geoestratégica región, y está convencimiento de que las fuerzas productivas creadas tras las reformas económicas impulsadas por Deng Xiaoping dieran lugar a la destrucción del Partido Comunista Chino (PCC), la desintegración del poder político y la “transición política” en ese país.  Sueños que hasta hoy no se han hecho realidad.    

Pero lo que nunca imaginaron Kissinger y su colegas –a quienes gustan llamar “think tank”-, es que China mantuviera su independencia política y aprovechara todo su musculo económico-productivo desarrollado en los últimos años para promover espacios de alianzas regionales tan importantes y solidos que terminara por arrebatar la influencia de EE.UU. en el Pacífico y más allá. 

El conocedor de geopolítica Kissinger comprende muy bien las consecuencias de una confrontación con China, que además es una potencia nuclear. En una ocasión reconoció que "seleccionar China como nuestro enemigo principal en el futuro y colocarla en el puesto vacante dejado por la Unión Soviética tendrá el efecto paradójico de aislarnos en Asia; nadie se nos unirá" [5].

A esa verdad habría que añadírsele que China posee las reservas en divisas más grandes del mundo, calculadas en 3,8 billones de dólares. Adicionalmente, posee actualmente 1,27 billones de dólares de deuda soberana de EE.UU., una cantidad que equivale al 10,6% del total mundial [6], que la convierte inequívocamente en el sostén de la economía de ese país y forja una relación de interdependencia económica entre ambos países. Por ello, Kissinger entiende que atacar a China sería un acto de suicidio para la economía estadounidense.

Sin embargo, el viejo zorro de la diplomacia imperial estadounidense sabe que “EE.UU. no tiene aliados eternos ni enemigos perpetuos (solo intereses)”.

Pese a esta realidad compleja de interdependencia y contradicciones, EE.UU. no deja esforzarse por impedir el ascenso del Dragón Chino; por limitar o controlar el acceso de China a las fuentes de materias primas en África, el Medio Oriente y en Latinoamérica (necesarios para mantener los impresionantes índices de crecimiento del PIB anual superiores al 7%). Sin embargo, estos esfuerzos han terminado en estrepitosos fracasos.

Por otro lado, EE.UU. se planteó vanamente distraer a China en conflictos regionales, tales como las disputas por las aguas territoriales chinas (el mar del China meridional) que motivaron la protestas de varios países asiáticos entre ellos Vietnam, Filipinas, Indonesia y Singapur, las revueltas de Hong Kong patrocinadas por las agencias de inteligencia estadounidenses encubiertas bajo la fachada de la NED (National Endowment for Democracy) y la USAID (The United States Agency for International Development), las provocaciones militares del país nipón contra China por su justo reclamo de las islas Diaoyu; y los intentos de los servicios secretos estadounidense de llevar a los terroristas del Emirato Islámico a la región de Xinjiang, entre otros. Ninguno de esos eventos resultó ser lo suficientemente efectivo como para chantajear, distraer y evitar que el gigante asiático imponga sus objetivos en todos los espacios internacionales.   

La Cumbre APEC permitió a China cerrar los frentes diplomáticos abiertos intencionalmente por EE.UU. La muestra más espectacular de diplomacia china, estimaron muchos analistas, fue “el apretón de manos y la reunión con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, la primera entre líderes de ambos países en tres años. También el líder chino, Xi Jinping, tuvo oportunidad de reunirse con sus pares de Corea del Sur, Park Geun-hye, y de Vietnam, Truong Tan Sang, países con los que mantiene diferendos territoriales [7].

En referida Cumbre, el presidente chino, Xi Jinping, hizo alarde de la diplomacia china. Mientras que, Barack Obama se esforzó en vano por imponer su propuesta de Alianza Trans-Pacífica (TPP), Xi Jinping gozó del éxito alcanzado por la aceptación de los países miembros de adherirse a su propuesta de Zona de Libre Comercio.

Si bien es cierto que la Globalización es un hecho real, ella se desarrolla a dos planos: uno mundial y otro regional. Pero antes que nada, y para desgracia de los estrategas estadounidenses, imperan los procesos de Regionalización (bloques regionales) a razón de la cercanía  y la historia común de los pueblos. Ello explica que la región de Asia oriental tiende a consolidarse como un nuevo bloque económico bajo el indiscutible liderazgo de China, dejando de lado a EE.UU. De la misma forma, en los últimos años se han venido constituyendo bloques de poder político-económico regionales en muchas partes del mundo donde EE.UU. no participa o su influencia es muy menor, por ejemplo, la Comunidad Económica de Eurasia, el Mercosur, la Celac, la ALBA, inclusive en la propia Unión Europea, los BRICS, etc..

Al parecer, aquella premonición del viejo Kissinger que “EE.UU. podía quedar aislado de Asia y el Pacífico”, está convirtiéndose en una realidad a escala mundial. Cada día que pasa, en cada evento o espacio internacional EE.UU. pierde liderazgo, o simplemente no es tomado en cuenta.

El juego formulado por Kissinger en 1974 ha sido ganado por China.

Fuentes:
[1] China: la mayor economía del mundo.
[2] “Muchos países confían en que China seguirá un ‘ascenso pacífico’, pero ninguno apostaría su futuro a tal cosa”  Subsecretario de Estado de EE.UU., Robert B. Zoellick,
[3] La OTAN del Pacífico
[4] “En China (2011)”, Henry kissinger.
[6] China compra bonos del tesoro estadounidense

martes, 18 de noviembre de 2014

Los estrategas sionistas de la “Edad de las Piedras”


Por. Basem Tajeldine
Voces Contra el Imperio

La amenaza de muerte y asfixia económica, la guerra indefinida, la muerte de los niños y jóvenes, el robo de tierras ajenas, la explotación del trabajo, el racismo, la segregación y la perpetua desestabilización del Medio Oriente son las verdaderas razones que justifican la existencia de Israel y, al mismo tiempo, la esencia de aquel Estado y la naturaleza del sionismo. En efecto, se trata de una sociedad enferma regida por un Estado terrorista y desquiciado.

Esta vez el tono de las amenazas sionistas pretendió intimidar al Líbano.

En medio de una serie de provocaciones llevadas a cabo por las fuerzas israelíes en el Sur del Líbano, y de contundentes declaraciones de la resistencia libanesa, el ministro de Transporte sionista, Israel Katz, amenazó con arrasar al Líbano. “Vamos a volver a la “Edad de Piedra” y enterrar a Nasrallah debajo de las rocas", dijo el funcionario sionista [1].

La última vez que un alto funcionario de un gobierno amenazó a otro país con destruirlo fue en 1991, cuando el entonces Secretario de Estado de EE.UU., James Baker, prometió que las fuerzas de su país “regresarían a Irak a la Edad de Piedra”.

Los deseos de Baker, que eran los mismos del lobby sionistas y de los lobby´s armamentistas, así como también de todos los neoconservadores dirigidos por George W. Bush, se cumplieron.

Irak fue completamente destruida luego de la invasión estadounidense en 2003 y más de 1.5 millones de iraquíes (hombres, mujeres, ancianos y niños) fueron asesinados o desaparecidos por las horrendas operaciones militares orquestadas por las fuerzas de la coalición liderizada por EE.UU. La OTAN había salido nuevamente de su espacio natural (Europa) para acompañar al plan estadounidense en la región y asegurar su botín de guerra. Hoy miles de iraquíes siguen muriendo por la falta de insumos médicos y otras enfermedades relacionadas con las armas (uranio empobrecido) utilizadas por las fuerzas invasoras [2].

Sin embargo, el pueblo iraquí continuó la resistencia, y las fuerzas estadounidenses se vieron obligadas a retirarse en 2011, aunque hoy han regresado a Irak bajo la excusa de combatir a sus propios engendros del Emirato Islámico (también llamado Daesh o ISIL) creados por la CIA.

Pero los tiempos y las relaciones de fuerza han cambiado mucho en los últimos años. Tanto Israel como EE.UU saben que el sueño de destruir al Líbano podría convertirse en la más cruel, o la peor pesadilla para los propios israelíes, y un duro golpe o pérdida de los intereses estadounidenses en aquella región. Llevar al Líbano a la “Edad de las Piedras” es un sueño imposible de realizar, a no ser que la locura mesiánica se apodere completamente de Israel y arrastre a EE.UU. a un callejón oscuro y sin salida en toda la región.

En su más reciente discurso, el líder del movimiento de resistencia libanesa Hezballah, Sayyed Hassan Nasrallah, manifestó que sus fuerzas y las fuerzas de todo el Líbano están preparadas para devolver semejante poder de fuego y destruir a la entidad sionista.

“Deberéis cerrar todos vuestros aeropuertos y vuestros puertos porque no hay lugar en la tierra ocupada de Palestina que los misiles de la Resistencia no puedan alcanzar” [3], señaló Nasrallah.

El líder de Hezballah reconoció que el poder de disuasión de la resistencia es lo que está impidiendo una nueva guerra contra el Líbano.

La última agresión israelí contra Gaza, la operación militar "Margen Protector", que puso a prueba el sistema de defensa antimisiles israelí denominado “Cúpula de Hierro”, terminó siendo un desastre. Los ataques masivos de misiles artesanales Kassam lanzados en respuesta a la agresión desde los territorios palestinos despejaron las dudas sobre la eficiencia económica y combativa de los misiles interceptores israelíes que apenas lograron cortar el paso a tan solo un 30% de los mismos [4].

Los más sensatos en Israel y en EE.UU. comprenden que no pueden seguir jugando con fuego en la región; saben que Hezballah, al contrario de Hamas, cuenta con un importante arsenal misilistico de tecnología avanzada y alto poder destructivo, capaz de propinar un daño semejante a Israel. Sus servicios de inteligencia están conscientes que los mismos fueron suministrados al Líbano por la astuta y avanzada República Islámica de Irán como medio para disuadir a Israel y evitar futuras agresiones sionistas.

Además del incondicional apoyo iraní, la resistencia Libanesa cuenta también con el apoyo de otras potencias mundiales. Es el caso de Rusia. 

El viceministro de Exteriores ruso, Mijail Bogdanov, había señalado que Moscú está dispuesto a trabajar junto a Hezballah por el interés de la seguridad del Líbano y de la región.

Según el responsable ruso, Rusia ve en Hezballah como una fuerza política eficaz y fundamental en el Líbano. “Rusia está dispuesta a reforzar su cooperación económica y militar con el Líbano y a apoyarle políticamente en las circunstancias regionales actuales” [5].

Tanto los sionistas como los belicistas estadounidenses saben que su locura provocaría que toda la región arda en llamas, incluyendo a Israel. Y que todos, sin excepción, volverían a la “Edad de las Piedras” en caso que decidan bombardear directamente a las fuerzas del Estado sirio y hacer lo mismo en el Líbano.

La región entera se levantaría en armas, y el poderoso Irán también se vería directamente envuelto en una hipotética guerra de carácter regional que podría traspasar aquellas fronteras.

Una guerra de grandes proporciones en el Medio Oriente provocada por Israel haría intervenir a otra potencia nuclear como Rusia y al gigante asiático que poseen grandes intereses en la región, y por ende, no pueden quedarse al margen. La locura sionista acabaría con todos, incluyéndolos a ellos mismos, y podría en juego los intereses económicos y geopolíticos estadounidenses en la región. Europa y EE.UU. que también enfrentan la crisis capitalista no pueden siquiera imaginar una guerra de ese carácter.

El desenlace de la locura sionista sería impredecible. Sin embargo, los más fundamentalistas sionistas prefieren seguir fanfarroneando con las amenazas de regresar al Líbano a la “Edad de las Piedras”, lo que devela la mentalidad cavernícola de quienes realmente desean regresar a su época dorada.    

Fuentes:
[1] Israel amenaza al Líbano con devolverla a la “Edad de las Piedras”
[2] EE.UU. habría usado Uranio empobrecido en Irak
[3] Israel tendrá que cerrar sus aeropuertos
[4] dudosa eficiencia del escudo antimisiles israelí
[5] Hezballah aliado natural de Rusia

jueves, 6 de noviembre de 2014

Sobre la adquisición de petróleo argelino por PDVSA



Por. Basem Tajeldine y Adriana Blanco
Voces Contra el Imperio

Las grandes mafias mediáticas nacionales e internacionales no pierden tiempo ni oportunidad para hacer lo que mejor saben hacer: jugar sucio y manipular la información para crear entre sus seguidores una percepción equivocada de la realidad, de forma que permita condicionar la psiquis del pueblo en favor de sus intereses políticos.

Esta vez, el turno volvió a recaer sobre primera industria del país: Petróleos de Venezuela (PDVSA).

Muy recientemente, varios medios internacionales y nacionales, así como algunos denominados “expertos petroleros”, encontraron un nuevo pretexto para atacar a PDVSA por las compras que ha realizado de petróleo liviano argelino, como dando a entender que esa adquisición es “consecuencia o reflejo del deterioro, el mal manejo y la desinversión en la industria petrolera nacional bajo el gobierno revolucionario”.  

Entre éstos medios, destaco el reconocido diario BBC de Londres, haciendo parte en el juego de la manipulación cuando reseñó una noticia bajo el tendencioso título: “¿Por qué Venezuela ahora compra petróleo? Venezuela, uno de los exportadores de crudo más importantes del mundo, ahora importará petróleo”.

Sin tomarse un tiempo para desarrollar una investigación seria y explicativa sobre el particular que encierra una media verdad, pues, PDVSA y sus socios han reconocido públicamente la adquisición de petróleo liviano de otro país, la BBC encontró una nueva oportunidad para lanzarse al juego desinformativo contra Venezuela. En el mismo artículo, más adelante, agrega: “PDVSA confirma lo que para algunos puede resultar insólito: una potencia petrolera, que cuenta con las reservas de crudo más grandes del mundo, ahora importará petróleo” [1]. La forma como ese medio presenta la noticia delata su clara intencionalidad política por generar una matriz de opinión sesgada, alarmante y divorciada de la verdad sobre Venezuela. Su sentencia destruye de entrada cualquier posibilidad de construir un razonamiento sensato.

Ciertamente, muchos se preguntarán ¿Cómo es posible que un país petrolero como Venezuela esté importando crudos provenientes de otros países? Podrá parecer contradictorio, pero la explicación guarda una respuesta muy sencilla y tácticamente justificable. Valgan estas líneas para desmentir a la burguesía mediática y tratar de explicar las razones que llevan a PDVSA a adquirir petróleo liviano del hermano pueblo argelino o de otro país.

Tal como lo manifestaron las propias autoridades de la estatal petrolera venezolana en un comunicado titulado: Crudos livianos importados son utilizados como diluentes del petróleo pesado de la Faja Petrolífera del Orinoco [2]. “la adquisición puntual de crudo liviano en el exterior obedece a la necesidad de utilizarlo como diluente del petróleo pesado de la Faja Petrolífera del Orinoco ‘Hugo Chávez’ (FPO), ya que por sus especificaciones no puede ser producido ni transportado sin antes ser mezclado con un hidrocarburo de menor densidad”.

En efecto, el crudo liviano está siendo utilizado para mezclarlo con los crudos extra pesados y pesados venezolanos (de 8 a 10 ° API), y de esta forma obtener un crudo mediano comercializable en los mercados internacionales. Hasta hace poco, ese crudo extra pesado y pesado de la FPO venía siendo diluido con nafta pesada, que también se importaba, y se obtenía un crudo diluido también comercializable en los mercados de exportación.

Sin embargo, surge la pregunta ¿Qué pasó con las importaciones de nafta que llevó a su reemplazo y a la adquisición de crudo liviano?

Es importante recordar que la mayor parte de las reservas petroleras de Venezuela son de crudo pesado, ubicados casi en su totalidad en el más grande campo petrolero del mundo: la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO), cuyas reservas estimadas sobrepasan los 200 mil millones de barriles de petróleo. Para poder ser comercializado, éste hidrocarburo necesita ser mejorado o trasformado por medio de un proceso de coquificación retardada (delay coquer) de tecnología venezolana desarrollada por PDVSA-INTEVEP, donde los productos residuales son el coque y el azufre. Pero también se puede obtener un crudo mejorado a partir de un simple proceso de mezclado que requiere uno de los 2 aditivos esenciales, estos son: la nafta (producto refinado), o en su defecto puede ser mezclado con petróleo liviano para llevarlo de una densidad de 8° o 10 ° API (crudo extra pesados y pesados) a 22° o 30° API (mezcla de crudo mediano) que hace que fluya fácilmente y que pueda ser comercializado y/o adquirido por muchas refinerías y termoeléctricas en el mundo, como por ejemplo: Citgo Petroleum Corporation, refinería venezolana ubicada en EE.UU.

Adicionalmente, Venezuela no cuenta con suficientes reservas de crudo liviano, sus mayores campos de éste tipo de crudo ubicado en el occidente y oriente del país, en los estados Zulia y Monagas, están casi agotados. Los volúmenes que se producen son destinados a los procesos de refinación interna o cumplir con los compromisos venta de  contratos de exportación. Tampoco Venezuela produce la suficiente nafta que requiere el proceso de mezclado con el crudo pesado. Lo que obliga al país a tener que importar algunos de éstos dos productos que fungen como disolventes.

Por tanto, PDVSA compraba la nafta en los mercados internacionales, específicamente, realizaba las adquisiciones de ese refinado en el mercado abierto, el cual es un mercado de corto plazo donde las partes acuerdan un precio de venta para la transacción, estos precios pueden resultar más elevados si se comparan con los precios de los intercambios acordados bajo un contrato de suministro regular por un tiempo determinado, tal como ha ocurrido con las compras de crudo argelino, según las fuentes.

Más aún, PDVSA argumenta que el incremento sostenido de la producción petrolera de la FPO y el estatus actual de los proyectos de los nuevos mejoradores proyectados por la empresa mixta Petrocedeño en la FPO [3] (asociación conformada por PDVSA, Total de Francia y Statoil de Noruega), requiere que el excedente productivo sea mezclado con crudo liviano porque promete una mayor rentabilidad que seguir utilizando la nafta, producto refinado que supera el precio del petróleo liviano por 30$ el barril. La estatal petrolera reconoce que su problema es lidiar con los excedentes de petróleo pesado producidos en la FPO, lo que representa un éxito en las políticas productivas que han logrado elevar la producción de crudo venezolano. ¿Será reconocido este logro por quienes critican a la gerencia de la estatal PDVSA?

En resumen, el criterio de PDVSA para justificar la adquisición de crudos livianos argelinos es la realidad de los campos venezolanos (puesto que no existen en el país excedentes de crudos livianos), el cumplimiento de las metas productivas de crudo pesado y la necesidad de obtener un diluente más rentable como el crudo liviano, para mezclar el crudo venezolano, en lugar se continuar adquiriendo una costosa nafta en los mercados internacionales.

Y entonces, ¿Por qué manipulan los medios internacionales?

Decía el ministro de propaganda de la Alemania nazi, Paul Joseph Goebbels, que “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. Los mafiosos de la información han intentado hacerlo así, pero como siempre, fracasaron con éste intento.

Con esta noticia, la BBC, entre otros medios privados, pretendieron dar su aporte a la matriz de opinión sesgada y repetida mil veces, que ha buscado imponer la casta meritócrata responsable del sabotaje petrolero en 2002 y 2003, esa que dice: “PDVSA no produce petróleo; que la estatal se encuentra en quiebra, porque el Estado venezolano nunca ha podido manejar a PDVSA de la misma forma como ellos lo hacían antes”.

La historia del post sabotaje petrolero demostró todo lo contrario. PDVSA no sólo fue recuperada de las garras de aquella casta de tecnócratas apátridas que sirvieron durante muchos años a los intereses de las grandes transnacionales petroleras estadounidenses. La industria petrolera pasó a ser realmente controlada por el Estado venezolano y administrada por los propios trabajadores y por una gerencia especializada comprometida con el país.

Los trabajos desempeñados por el actual canciller Rafael Ramírez, en aquel entonces ministro de petróleo y presidente de PDVSA, fueron fundamentales para la buena marcha del proceso de recuperación y transformación de la industria petrolera.

Bajo los lineamientos del Comandante presidente Hugo Chávez, se dio inicio a un proceso de profundas transformaciones en la estructura de PDVSA que procuró la recuperación del control de todos sus procesos técnicos-administrativo, la revisión y cambio de las modalidades societarias que resultaron lesivas para el país, como lo eran “las asociaciones estratégicas” y “los convenio operativos”. Estas migraron a la modalidad de empresas mixtas, tal como se contemplaba en la nueva Ley Orgánica de los Hidrocarburos aprobada en las primeras leyes habilitantes de 2000.

Cuando las mafias mediáticas privadas de siempre, y sus “expertos” tarifados insisten en que los pronósticos de los meritócratas se han cumplido y que la estatal petrolera se encuentra completamente “inoperativa” no descubren un simple hecho de locura, sino una clara estrategia de ir preparando la psiquis de los venezolano para justificar la privatización de PDVSA en un escenario post revolucionario.

El pueblo de Bolívar y Chávez no se dejará manipular nuevamente.  

Fuentes
[1] ¿por qué Venezuela ahora importa petróleo?
[2] Crudo liviano son utilizados como diluentes
[3] Estudian ampliar capacidad de los mejoradores en la Faja

lunes, 3 de noviembre de 2014

El estratega Vladimir Putin que subestimó occidente


Por. Basem Tajeldine
Voces Contra el Imperio

Luego de la anarquía que sobrevino a la lamentable implosión de la Unión Soviética y la desaparición del “fantasma del comunismo” que tanto asustó a Europa, pocos creyeron que Rusia regresaría fuerte, amurallada y dispuesta a jugar un importante papel en las arenas internacionales. EE.UU. nunca dejó de considerarla como su mayor enemigo.

Solo 10 años duró la borrachera estadounidense y su fanfarronería unilateral que sobrevino al fin de la URSS. “El fin de la historia y el último hombre” de Francis Yukuyama [1] terminó siendo la peor charlatanería producida durante la embriagues de aquellos momentos. Ahora el turno ha tocado a la hegemonía del imperialismo estadounidense. 

Bajo el liderazgo del nacionalista ruso Vladimir Putin, aquel pueblo eslavo pudo despertar a tiempo del absurdo letargo al que fue sometido durante la perestroika y los penosos años del mandato de Boris Yeltsin.

Tras su llegada al poder en 2000, V. Putin supo poner orden en casa, revirtió el proceso de desmantelamiento del Estado ruso y re-estatizó las industrias más importantes y estratégicas de Rusia que habían sido privatizadas durante el brutal intento de liberalización económica que dirigían asesores estadounidenses entre 1990 y 1997. El líder ruso supo aprovechar al máximo el potencial material y humano de su país para levantarlo de nuevo.

No obstante, los estrategas estadounidenses sabían que esto tarde o temprano sucedería, que Rusia despertaría como potencia económica y militar que nunca dejó de ser, y retornaría su lugar en el liderazgo mundial. EE.UU. previó que las grandes confrontaciones, como las libradas durante los años de la guerra fría, volverían a estar sobre el tablero.

Desde muy temprano, EE.UU. buscó implementar contra Rusia el plan diseñado por el ex Consejero de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski, y que fue ampliamente esbozado en su más publicitado libro titulado: The Grand Chessboard”  (El Gran Tablero Mundial). El mismo consistía en arrebatar, una tras una, todas las zonas de influencia de la antigua Unión Soviética, tales como Europa del Este, los países bálticos, las Repúblicas del Cáucaso y Asia central; para finalmente aislar a la Federación Rusia y rodearla de bases militares de la OTAN con emplazamientos anti misilísticos capaces de destruir la capacidad de respuesta misilística rusa ante una reacción desesperada de ese país.

Tras la caída del campo soviético, EE.UU. hizo todo por apoyar a la nueva oligarquía apátrida rusa y a las mafias del contrabando de armas y drogas que rápidamente prosperaron en ese país. Los estadounidenses también financiaron a varios de los nuevos partidos políticos (de derecha y extrema derecha) que nacieron en la década de los 90, y a las ONG’s para mantener el caos en ese país.

De la misma forma, EE.UU. armó y llevó al interior de Rusia y Chechenia a sus buenos muchachos “free fighter” (luchadores por la libertad), en realidad mercenarios yihadistas-musulmanes, que habían creado y dirigido entre 1970-1980 contra el gobierno de Mohamed Najubula en Afganistán. La intención de los estrategas estadounidenses era destruir a Rusia desde dentro para retrasar su resurgimiento, pero con ninguna de estas políticas tuvo éxito.

Actualmente, EE.UU. y sus aliados de la UE intentan asfixiar a la economía rusa con sanciones económicas creadas bajo la excusa de “castigar a Rusia por sus implicaciones en la crisis de Ucrania” [2]. Sin embargo, todo parece indicar que los estrategas ignoraron la autonomía estratégica que le brinda al gigante ruso sus grandes capacidades productivas de hidrocarburos y la inmensidad de sus tierras que también guardan ilimitadas reservas de otros minerales, agua y tierras fértiles para la siembra, etc.  

Lo que nunca previeron todos, y especialmente la Unión Europea, es que el plan Brzezinski terminaría por afectar más a las economías europeas [3] que a la propia economía rusa cuyo intercambio comercial ascendía a más de 330.000 millones de dólares anuales [4], una cifra muy elevada e importante si se considera la depresión económica que azota a la UE. Al parecer, los estrategas occidentales tampoco previeron que Rusia terminaría por estrechar, aún más, sus relaciones económicas, políticas y militares con la República Popular China: la mayor economía del mundo [5] y acercarse a los países Latinoamericanos.

El plan Brzezinski terminó siendo el mayor fracaso político-conspirativo de la historia de EE.UU. El libro del ex Consejero estadounidense apaleaba a la osadía -o la estupidez- de pretender jugar al ajedrez precisamente con el país que considera a éste como su deporte nacional. Semejante error estratégico.

Muy tarde los estrategas estadounidenses alcanzaron a ver que habían subestimado las capacidades del estratega ruso Vladimir Putin.

El líder ruso ha demostrado ser un jugador político-militar excepcional, calculador y paciente, que trazó los límites de occidente en Ucrania y en el Medio Oriente.  


Fuentes:
[1] El fin de la historia, por Francis Yokuyama
[2] La UE trata de castigar a Rusia
[3] Los 6 países de Europa más afectados por las sanciones a Rusia
[4] Quién sufrirá más por las sanciones
[5] China: la mayor economía del mundo